“Este informe es casi una provocación. A todos los peruanos, pero principalmente a nuestras autoridades, que necesitan observar, estudiar, debatir, comprender y (re) diseñar nuestras ciudades. Para hacer esto, necesitamos medir primero … ”
(Periferia – WWF, 2018)
Por: Fernando Prada y Carmen Gonzales
El Fondo Mundial para la Vida Silvestre (Perú) y Periferia, una firma consultora, se asociaron con la Asociación de Gobiernos Locales y los Ministerios de Vivienda y Medio Ambiente para medir el desempeño de las ciudades en ocho dimensiones que evalúan su capacidad de recuperación (resiliencia) (figura 1) .
El informe reúne 108 indicadores para 30 ciudades: 25 son capitales regionales y cinco son ciudades emergentes. Aunque el informe pretende armonizar los datos y no proponer políticas, muestra capacidades desiguales para enfrentar el cambio climático, mejorar la capacidad de recuperación de las ciudades y proporcionar bienes públicos adecuados para la sostenibilidad. Lo que no existe también es relevante: Perú necesita un mejor sistema de información para la planificación urbana y para comprender las complejidades y diferencias de las ciudades.
Los indicadores socio-económicos muestran que las ciudades con un crecimiento de la tasa por encima de la media han contribuido a la reducción de la pobreza y al crecimiento de los ingresos. Las ciudades en la costa ofrecen ingresos promedio más altos que el promedio, pero también tienden a tener tasas de pobreza más altas. Esto es consistente con los datos de los índices de desarrollo: las ciudades de las regiones andina y amazónica se están quedando atrás.
El uso de la tierra describe un país dividido entre Lima y Callao y otras ciudades. Como continuidad urbana, habilitan 1,000 Ha en promedio de área urbana nueva cada año: Arequipa hace la mitad; Pucallpa y Tacna alrededor de un cuarto; y otras ciudades menos de 100 Ha por año. Por lo tanto, la mayoría de las ciudades son pequeñas, de baja densidad y con bajo uso de instrumentos de planificación urbana. El hecho de que las áreas públicas verdes sean escasas (3m2 por persona del promedio nacional cuando 9-12m2 son compatibles con una ciudad sostenible) también es un indicio de una mala gestión de las áreas urbanas.
Los servicios urbanos, como la calidad del transporte, el aire y el agua limpios, y la gestión de residuos indican la falta de infraestructura e inversión:
- A pesar del bajo número de vehículos en comparación con otras ciudades de América del Sur, las ciudades peruanas tienen sistemas de transporte ineficientes que agravan el problema de las emisiones de GEI y producen una alta tasa de accidentes fatales de tránsito por encima de 80,000 muertes por año.
- El aire y el agua limpios son áreas de políticas donde la falta de datos pospone la organización de mejores soluciones. Solo unas pocas ciudades cuentan con instrumentos de monitoreo, lo que dificulta la evaluación de la calidad del aire y el agua. Los indicadores de gestión de residuos sugieren avances, pero estas áreas requieren inversiones urgentes.
- El sector energético ha avanzado rápidamente al ofrecer servicios a la población en la mayoría de las ciudades. La producción de energía se basa en opciones relativamente más limpias (agua y gas natural), y el consumo sigue siendo bajo en ciudades e industrias.
Las últimas tres áreas (cambio climático, gestión de riesgos y gobernanza) se centran en las estrategias institucionales para hacer frente a las amenazas a la sostenibilidad de las ciudades. La mayoría de las ciudades están generando políticas y regulaciones, pero hay menos información sobre las buenas prácticas, la eficacia de las regulaciones y las respuestas, pero los recursos públicos dedicados a estas soluciones son insuficientes.
Al reunir estos indicadores, el informe agrega un sentido de urgencia a la planificación urbana. Perú tiene una tasa de urbanización de 75%, más alta que el promedio global (58%), lo que significa que tendrá que proporcionar un conjunto de servicios para una población joven y en crecimiento. Sin embargo, los gobiernos locales están fragmentados, administran presupuestos pequeños y carecen de capacidad para mejorar la capacidad de recuperación y la sostenibilidad de sus jurisdicciones.
Este informe es oportuno e identifica varias áreas donde los planificadores urbanos están volando a ciegas. Advertir sobre esto ciertamente no es una provocación.