Por: Fernando Prada y Carmen Gonzales

Los intentos para crear un mercado de energía renovable han sido difíciles. Esto puede estar cambiando en la medida que el sector privado está encontrando mejores condiciones para invertir.

Piensa sobre la macroeconomía. Una primera etapa, en 1986, de un proyecto de cooperación internacional en las islas del Lago Titicaca, en Puno, instaló 50 casas con sistemas fotovoltaicos. Los resultados fueron positivos en ese lugar tan remoto. La segunda etapa incluyó un fondo revolvente para financiar hasta US$600 para instalar el equipo, pagables de 3 a 5 años. La mayoría de los préstamos fueron pagados para 1988, pero el fondo solo tenía capacidad para 100 hogares más: la hiperinflación vivida en esa época en Perú licuó la liquidez y el proyecto tuvo que parar.

Más de 30 años después, en 2010, la Municipalidad de San Borja, uno de los distritos con más altos ingresos per cápita en Perú, instaló una eco-casa. La casa muestra un sistema fotovoltaico vinculado a una estrategia de bajo consumo de energía que ahorra dinero y reduce las emisiones de CO2 a la atmósfera durante los días de verano. Las personas deben ser consientes de este beneficio, pero es insuficiente para desencadenar las inversiones de las familias.

El Decreto 1002, dispuesto en el año 2008, creó un subsidio asignado de manera competitiva, para que los inversionistas privados puedan proporcionar energía renovable a través del Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN). Después de diez años, el 4,8% de la generación total proviene de fuentes renovables alternativas (RER), según OSINERGMIN, la agencia pública a cargo de promover RER.

Esto ha generado grandes proyectos de infraestructura energética que han reducido las emisiones de CO2 en 6.4 MTCO2 entre 2008-2016 (figura 1).

Las centrales eléctricas mini hidráulicas de Runatullo I y II (Junin) y Rucuy (Lima), producen cada una 20MW y son responsables del 37% de las emisiones mitigadas. La generación de biogás y biomasa, que mitigan cerca del 32% de las emisiones, también se han desarrollado a través de las Centrales Maple Etanol (Piura) y Paramonga (Lima), las cuales producen 37 y 32 MW, respectivamente, utilizando caña de azúcar; mientras que Huaycoloro (Lima) y La Gringa V (Lima) producen 3.4MW y 3.2MW respectivamente usando desperdicios. Todos estos proyectos han movilizado US $ 150 millones de inversión privada.

Respecto a la energía eólica, Perú cuenta ahora con cuatro parques eólicos que generan 239 MW. Esto es solo el 1% del potencial total de 22,452 MW, según el Ministerio de Energía y Minas. Enel Green Power Perú (EGPP) acaba de inaugurar el parque eólico de Marcona (Ica) en 2018, con 132MW y 0,29 MTCO2 de capacidad de mitigación. Una quinta planta será construida en la sierra de Cajamarca, por la empresa española Green Energy. Las empresas han invertido más de US $ 650 millones.

La energía solar también atrae la inversión. EGPP, con el apoyo del Banco Europeo de Inversiones, produce 180 MW con 560,880 paneles solares en su planta fotovoltaica Rubí (Moquegua). Esta capacidad significa energía para 350,000 hogares al tiempo que mitiga 0,23 MTCO2 cada año. En total, la energía solar ha movilizado US $ 500 millones de inversión privada.

Un buen momento para hacer negocios en Perú, pero otros países de la región, como Colombia, Brasil y Chile, están en camino de producir una quinta parte de la energía de cada país de fuentes renovables para 2025. El “Manual de Inversión en Infraestructura Renovable” del Foro Económico Mundial (WEF) sugiere que se necesitan mil millones de dólares para cambiar la matriz energética para 2030.

El desafío de la política es mejorar el marco legislativo actual para que: (i) las ganancias actuales sean sostenibles a través de precios estables que reduzcan los riesgos de inversión; (ii) fomentar la I + D para promover otras fuentes, como la energía geotérmica o la energía de las olas y las mareas; y (iii) contar con un diseño normativo para desencadenar la inversión de los hogares en energías alternativas y generar acciones para utilizar la energía de manera más eficiente. En Perú, la macroeconomía está hoy de nuestro lado y más ciudadanos están dispuestos a exigir acciones para cambiar la matriz energética.